Pueblo fundamental en la Ruta de Almanzor equidistante entre Soria y Burgo de Osma y muy próximo a la Reserva Natural "Sabinar de Calatañazor" y el Monumento Natural "La Fuentona".
Visitar Calatañazor es adentrarse en un viaje al año mil, como acertadamente expresó el escritor Julián Marías. Hoy, la Villa ofrece al visitante su trazado medieval milagrosamente conservado a través de los siglos y el admirable ejemplo de su arquitectura autóctona, con sus edificios construidos en piedra, adobe y madera de enebro, rematados por las airosas chimeneas pinariegas.
El precedente de Calatañazor hay que buscarlo en Voluce, poblado de origen celtíbero asentado en el siglo III A.C. sobre una colina próxima, e ininterrumpidamente habitado hasta el siglo V de nuestra era, y cuyas ruinas pueden contemplarse hoy. La importancia estratégica del lugar alcanzó su mayor apogeo en la Edad Media, al ser repoblado a finales del siglo XI por los cristianos.
Pocos años antes, en 1002, la leyenda dice que el caudillo árabe Almanzor fue derrotado en una encarnizada batalla que tuvo lugar en el llamado Valle de la Sangre, inmensa llanura que se extiende a los pies de la Villa. De aquella época data su nombre, CALAT AM NASUR, en árabe, Castillo de Buitres. Como una persistencia del pasado, hoy aún puede admirarse el majestuoso vuelo de estas aves coronando el Castillo.
En 1460 se convirtió en cabecera de Comunidad de Villa y Tierras, de la cual llegaron a depender dieciocho pueblos de merindad, siendo su señor el Adelantado Mayor de Castilla D. Juan de Padilla. La despoblación que afectó a toda la provincia soriana a lo largo del siglo XX también alcanzó a Calatañazor, con sus ruinosas consecuencias, pero en los últimos años, gracias al apoyo institucional y a la iniciativa privada, la Villa ha iniciado un proceso de reconstrucción con total fidelidad a su pasado arquitectónico. En 1962 fue declarada Conjunto Histórico Artístico.
Circunvalan el conjunto del núcleo urbano y se conservan en buena parte. En su tiempo tenía tres puertas de acceso. Hoy puede admirarse la más pequeña de ellas, aquélla que, en el decir de Gerardo Diego, es tan estrecha que no entra un moro jinete.
Corona la parte alta de la Villa, contribuyendo a su perfil característico de barco de piedra varado en lo alto de un peñasco. Data del siglo XIV. Extinguida su función como baluarte defensivo, fue posteriormente usado como residencia civil.
El rollo, o picota, es del siglo XV. Por una parte, servía para exponer públicamente a los malhechores. Por otra, constituía un monumento conmemorativo de la concesión de Villazgo, simbolizando la autoridad de D. Juan de Padilla.
Iniciada su construcción en el siglo XII y finalizada en el XVI. Destaca su puerta principal, románica, con alfiz árabe, elemento inusitado en el arte románico. Su interior es amplio y esbelto. Interesante pila bautismal de piedra, toscamente afiligranada, del siglo XI. Impresionante Cristo del Amparo, talla del S. XV. El majestuoso retablo del altar mayor es de los siglos XVI y XVII, y en él se cobija la talla románica de Santa María del Castillo. Es digno de visita el Museo parroquial ubicado en la sacristía, que guarda interesantes tablas del siglo XVI, lienzos, esculturas, un valioso órgano procesional con tubos de madera y una expresiva Dolorosa de escuela flamenca. También se conserva una valiosa custodia de plata, además de códices, privilegios y documentos referidos a la notable historia de la villa.
Situada a la entrada de la Villa, fuera del recinto amurallado. Construcción románica, perfectamente restaurada. Puerta de entrada con tres arquivoltas. Ermita de San Juan Bautista: Situada en la vega, a los pies de las murallas. Hoy sólo quedan los muros, y la puerta románica de entrada, con arco de medio punto.
Siglo X. Sarcófagos situados a extramuros, a pie del Castillo. Tienen forma antropomórfica y están vaciados en una gran roca caliza.
Situado en la calle Real. Con utensilios, aperos y objetos referentes a la vida rural y doméstica de la Villa en los tiempos antiguos.
A pocos kilómetros están la Reserva Natural "Sabinar de Calatañazor" y el Monumento Natural "La Fuentona, y desde Muriel de la Fuente el viajero puede adentrarse en la comarca de Pinares. A 30 kms al este se halla la ciudad de Soria con su románico, gótico, ruta de los poetas, parques y Museo Numantino. Y a la misma distancia aproximadamente, hacia el oeste, la villa episcopal del Burgo de Osma con su catedral, calles porticadas del s. XVIII, edificios barrocos y neoclásicos, parques… Y al ladito, en Osma, un castillo y un puente medieval, así como el yacimiento celtíbero-romano de Uxama. Además, desde Burgo de Osma puede el viajero acercarse a ver el Parque Natural del Cañón del Río Lobos. Asimismo, entre Calatañazor y Burgo de Osma puede tomar un desvío para acercarse a ver el románico de Rioseco y Torreandaluz, e incluso acercarse a conocer la alfarería tradicional de Tajueco en una zona de pinos resineros.
Situada en lo alto de una colina próxima, conserva restos del primitivo poblado.
Restos de la antigua calzada romana junto a la carretera N-122.
Pedanía de Calatañazor, situada a 3 Kilómetros de la Villa. Típica arquitectura de la región, cuidadosamente reconstruída. Actualmente funciona como pueblo-escuela, visitada por estudiantes de toda Europa.
A 3 km. El conjunto de sabinas más antiguo de Europa, con ejemplares que alcanzan los 300 años de antigüedad.
Nacimiento del río Abión a 7 kilómetros en dirección a Muriel de la Fuente. Uno de los lugares más paradisíacos de toda la provincia. Exuberante vegetación.